Poesía colombiana – Antología 1931 - 2011


Publicamos otra muestra de los autores compilados en el libro de reciente aparición: Poesía Colombiana (1931 – 2011), prologado y seleccionado por Fabio Jurado Valencia, proyecto ganador de la convocatoria Leer es mi Cuento del Ministerio de Cultura. Aquí, 8 de los poetas que hacen parte de la extensa antología de reciente aparición, ya distribuida en las más importantes librerías de Bogotá.

Antonio Correa Losada

UN DELFÍN EN EL RÍO
Del río viene la calma
a inundar
la selva frágil del asombro

La incontenible humedad
de la locura

La masa quieta
la cosa que no salta

Casas vegetales mordidas

Animales de madera duermen
abrazados al río

El día nos divide el rostro
en secreto
y en su tiranía
ojos de zinc en el cielo lavan
la mueca solitaria del viajero

Las miasmas  los troncos
continúan su voraz naufragio

Y el mundo brilla
en el lomo oscuro de un delfín rosado


Eugenia Sánchez Nieto

DAVID
En su delirio provocado por la enfermedad
se descubrió de otra manera
nunca volvió a ser el mismo
se transformó complejo y ambiguo
el vértigo de lo infinito
el sentimiento de extravío
las imágenes extrañas de los seres y sus cosas
                                                               lo visitaban
instaurando una conciencia insoportable
el sueño aparecía como un cierto bienestar
sobrecogido subía unas escaleras sin término
ángeles escandalosos lo agobiaban con propuestas deseables
mujeres inalcanzables miraban tras la máscara
bellas parejas se mecían en el aire
las palabras no lograban develar su búsqueda
en silencio observaba aterrado la realidad de su vacío.


Gabriel Jaime Franco

DURRELL
Yo visité a Durrell en un sueño.
Me parece que fue en Alejandría
o en un bar de El Cairo
en el que artistas miserables
arqueados como fetos sobre las mesas
prolongaban la insatisfacción de sus deseos
sobre copas de vino rojo.
Y me fugué de sus tristezas:
Por un instante me parecieron simios
chupando agua de coco.
Me parece que fue también en los templos fríos,
creo, de Sapho,
en cuyos jardines un hombre
pastoreaba su dolor en los recuerdos 
mientras contemplaba un panorama de niños anarquistas.
Y creí verlo en una biblioteca de Atenas
hablando tranquilamente con una mujer
llamada Justine
(ella hablaba de otro hombre con una cicatriz
profunda en la cara, de una mujer que no poseía
nariz, de un baile de carnaval y del miedo)
Y había cosas realmente extrañas:
un paisaje de tupidos follajes,
un hombre que vivía en una playa rocosa
y eso que dijo al final,
yo no sé si fue en un sueño
pero yo lo oí
lo dijo así:
«Otra vez del vientre de la razón
han arrancado al deseo como a un higo negro»


Nicanor Vélez

TACTO
Una palabra que empieza
a abrirse y a nombrarte.
Algo que renace
y sueña en tus pestañas.

Empiezo sin nombre
a descubrirlo todo,
redescubrir lo intacto.
Te sigo como materia
y como sueño.

Tacto que reconstruye
y a la vez inventa,
nos inventa.


Rafael del Castillo

EUCARÍSTICA
No es tan malo almorzar otra vez
en los restaurantes
comida fría

Algo hay en eso de saludar con los ojos
a los demás comensales solitarios,

esa mutua y silenciosa simpatía
también hace parte de los frutos del paraíso


Yirama Castaño

El Círculo de Salomé
El viento silba su nombre.
Y no es de noche.
Sólo es un día que sigue al otro.
Y está de vuelta.
No es esta la calle.
No es esta la casa.
La puerta no abre con la misma llave.
Sin embargo, es el mismo paisaje que se mueve,
el otro país,
        la otra ciudad,
                   los de siempre.
Y un cuerpo extraño al lecho,
y una cabeza en medio del bautizo
y ese silencio que se lleva el río.


Esmir Garcés

MIS NOMBRES
La sangre me pide que cante
sus pequeñas batallas en el ardor del cuchillo
y en la fiesta de los venenos.

Inventar la muerte es como crear el abismo.

Las venas todavía no han aprendido
el valor de la distancia.

Yo quisiera dejar todos mis nombres
en algún lugar del aire
pero la sangre terca como la lluvia
no tiene otros ángeles que la luz de la derrota.


Esperanza Carvajal

EL EXILIADO
Como si el relieve de todos los continentes
Emergiera en su espalda
Llega el exiliado.
No trae la mirada ávida
de quien todo lo conoce
y vuelve a casa.
Nada le es reconocible
Porque nunca fue nada suyo.
Sólo trae consigo
Un gramo de sol
engastado en sus pupilas.
La eterna lluvia de su frente
Ha hollado los surcos los surcos
De su vieja soledad.
Nadie le ve partir
Tampoco dice nada de sí.
¿En qué remoto país
Sin origen ni frontera
Plantará sus pasos?