Días de CARLOS VÁSQUEZ


Poeta y ensayista. Autor de los poemarios: Agua tu sed (2001), Desnúdame de mí (2002), Hilos de voz (2004), Aunque no te siga (2008), Cuaderno (2009) y El oscuro alimento (2010). Publicó también el libro de ensayo sobre Fernando Pessoa La nada luminosa (2009). Se desempeña como profesor en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia (Medellín - Colombia). Los siguientes poemas pertenecen al libro Días (Colección Los Conjurados), de reciente aparición.


Salto

y si aún antes, alguien junto a ti pero sin acosar, murmurara lo que ahora te toca

sería como separarse con la promesa de reunir otra vez, en las costuras que un tiempo así oculta y demora

queda ese salto donde la visión enmudece, en plena media luna, allí donde parecen chocar las corrientes

estarías dispuesto, si alguien en la noche rodeara por ti ese risco venciendo tanta maleza

para que no se vaya, y tenga la sombra que le basta y no sea tan claro cuando lo domines como si no fuera eso

ahora lo intentas, quieres abarcarlo y se suspende allí donde arrecia el corazón y la sangre consiente




Lugares

querrías, si por ventura alguna luz dispusiera, bajar y dar la vuelta, recoger tantas ondulaciones

decir de pronto es esto y el patio y el solar aún más abajo y seguir sin cansarse

y crezca detrás y tanta sombra allí, tanto barro, prendan un lugar de bosques y aguas secretas

y quedarse, paredes donde duermen las hierbas, lugares que la memoria no estruja ni el asedio quebranta

senderos al sol se abren y no te dejarán para no repetir y desear otro tiempo distinto a éste



Montaña

tendría que abrir el postigo y acaso sean flores, prodigadas de pronto a otro día que vela entre nubes

escuchar, quedarse atento y no abandonar ni dormir un solo instante para su paso

en la hora en que un murmullo te anuncia, para que nadie se atreva y corteje con palabras sin verla

instante para clarear, allí donde los secretos abundan y las ondas se asientan

quisiera decirle, como si supiera y no fuese el momento, esperar a que tal vez cuando pase la noche la aquiete

y quede, entre ella y nosotros, un perfil de montaña y detrás todo oscuridad latiendo dentro de ella