Gastón Bettelli interpreta a Boucher

Heracles y Omphales (1735) de François Boucher.
Museo Pushkin, Moscú, Rusia. Óleo sobre lienzo, 90 x 74 cm.

En una inolvidable entrevista —que realizáramos en 1996— el pensador francés Jean Baudrillard sentenció que “la mujer no ha sido la dueña del deseo, pues ha ido más lejos convirtiéndose en el objeto del deseo”, y que “el mundo ha sido sexualizado bajo la forma femenina”, propicia y extrema lucidez, que ahora sirve para adentrarnos en el universo erótico del parisino François Boucher (1703 – 1770), a quien rendimos tributo esta semana.
El artista galante, una de las figura más destacadas del rococó y que sostuviera una relación digna de la picaresca con Madame de Pompadour, es también el artífice de varias imágenes icónicas del arte erótico como “Diana después del baño”, preciosa caricia visual, “Desnudo en reposo” donde una adolescente recostada (Louise O’Murphy) holla nuestra memoria colectiva desde hace más de dos siglos, y Heracles y Omphales que describe la pasión del gran guerrero mítico por esta mujer que lo llevaría a la servidumbre e incluso a la feminización. Esta última obra, cuya iconografía es abundante, fue trabajada por Tishbein El Viejo, Santi di Tito, Francois Lemoine, Johann Heiss, Lucas Carnach, Peter Paul Rubens y por François Boucher, cuya sensual versión ofrenda aquí el pintor Gastón Bettelli, invistiéndola del poder de la inocencia y de la colorida herencia del Pop Art.
Bettelli, nacido en Módena (Italia) —“en el único lugar donde nadie se voltea para mirar un Ferrari… pues allí los fabrican”– y residenciado en Colombia desde hace varias décadas, elogiado por Alejandro Obregón quien lo definiría como uno de los más notables pintores colombianos, nos envió el siguiente retrato interior para acompañar su mágica y amorosa versión pictórica.

“Yo pensándolo bien, realmente quería ser santo o héroe. Todo imberbe poeta quiere ser aquello. Como no encontré donde graduarme en eso me volví pecador. Como la mayoría —dirás tú— caritativo. Cuando vine a Colombia cargaba en mi baúl —pues vine en barco— al mismo diablo. El arte de este país en aquel entonces era muy sano e inocente, todavía se pensaba que para ser artista era necesaria la paleta y el pincel. Pero en mi baúl Marcel Duchamp pensaba otra cosa. Bastaba con sacar un orinal y ponerlo en un museo para hacer arte.
El arte y la belleza no existen, los determina el poder. Si la puntilla donde cuelga el cuadro es del Louvre, es una puntilla diferente. Poderosa puntilla.
Lo de Duchamp es pura criptonita. Sus ideas me hicieron ganar muchos premios como vanguardista importado. Y el discreto voluptuoso encanto de cierto ocasional, muy ocasional, prestigio. Efímera duración de un perfume. Pero en Amsterdam en 1970 tuve una crisis. El culpable: Rembrandt, me hizo su enorme retrospectiva, un renegado de la vanguardia. Culpables también: Piero Manzoni con sus Merde d'artiste y Swartzkloger con sus amputaciones que llevaron a la vanguardia a un extremo tal, donde literalmente no se podía ir más allá en su tremendismo extremo. Conclusión: Rembrandt 2 – Duchamp 1, el score final. Confundido desde entonces no hago sino pincelar por aquí y por allá, eso sí con nostálgica y siempre renovada, devoción. Incendiario de joven, bombero de viejo. La historia de siempre. Y aquí me tienes”. G.B.

Roco/Pop para François Boucher. Autor: Gastón Bettelli. Año de realización: 2012.
Técnica mixta (Óleo, témpera y acrílico sobre lienzo) 70 x 100 cm.

Gastón Bettelli es, junto a Umberto Giangrandi, uno de los sugerentes pintores italianos afincados en Colombia. Elogiado por Obregón, ex-publicista estrella, participante en numerosos libros como El espíritu erótico, Almanaque J Vera Estudio de México, Art Directions Playboy USA, antiguo viajero y catedrático de la Universidad de los Andes, ahora completamente entregado a su universo creativo, ha realizado numerosas exposiciones en Colombia, Italia, Estados Unidos y Ecuador. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Roma y obtuvo importantes distinciones entre las que se cuentan el Premio Jóvenes Esso (1964), el Salón Regional de la Universidad del Valle y un Segundo Premio en el Salón Nacional de Artistas (1970).