El abogado del diablo

Por Juan Sebastián Gaviria

El poeta, narrador e infatigable viajero Juan Sebastián Gaviria, autor de Inti Manic, Cicatriz Souvenir y Cenizas en América, decidió terciar en la pugna mediática sobre la prohibición de las armas en Bogotá propuesta por el alcalde Petro, y como es su costumbre, del lado del furor. A continuación su mensaje donde se postula como abogado del diablo.
 
Petro se trepa en la tarima, y como primer gesto, escondido tras una expresión de arrogancia, anuncia que pretende iniciar un desarme masivo en la ciudad de Bogotá, iniciativa respaldada por nuestras ineptas fuerzas armadas policiales. Ahora, toda mi vida he vivido en contacto con las armas blancas y de fuego, y si algo he aprendido es que la ignorancia de quienes le temen a los fierros es generada por la irresponsabilidad de quienes no saben cómo manejarlos. No obstante, considero que todo hombre que no esté en problemas con la ley tiene derecho a estar armado (siempre y cuando conozca las normas de seguridad y los mecanismos del arma) sobre todo en un país cuyo gobierno no puede garantizar su tranquilidad. ¿No sería más inteligente y menos torpe, más sutil y efectivo comenzar a regular la expedición de permisos, para que las armas no caigan en manos equivocadas? Pero Petro decide arrancar el árbol de raíz, y como siempre, la única manera en que nuestro gobierno hace sentir su presencia es por medio de la prohibición, en lugar de la regularización y el control. ¿Por qué no se toma Petro el tiempo de organizar a la policía nacional, y establecer un verdadero esquema para garantizar la seguridad en la calles, antes de pretender quitarnos de las manos lo único que nos pone en una situación de igualdad frente a los asaltantes, sicarios, secuestradores y demás? Petro dice que Bogotá no es el lejano oeste. ¿Ah, no? Pues la calle donde él vive, en uno de los mejores barrios de Bogotá, es abundante en ladrones y rateritos de poca monta, y no es extraño ver en los postes avisos pegados con engrudo donde los habitantes de la cuadra (aquellos que no pueden andar escoltados por la policía nacional como el señor alcalde) previenen a los transeúntes de la presencia de atracadores. El nuevo alcalde habla de acabar con una "mentalidad de autodefensa", pero, ¿realmente pretende que nos abandonemos ciegamente a la absoluta torpeza e ineptitud de los policías que adornan nuestras aceras? Además, ¿acaso los sicarios y atracadores andan con permiso de porte? ¿Afecta a los criminales en algún grado esta medida? No. Así que quienes se alegraron, creyendo que esta nueva medida disminuirá las probabilidades de que sean atracados, pueden dejar de aplaudir.
Esta medida no afecta a los asaltantes, sicarios y secuestradores, sino al tipo de clase media que tiene su fierro para proteger sus bienes y su familia, y que sabe que, sobre todo en una ciudad como Bogotá, como dicen los raperos, es mejor tener un arma y no necesitarla que necesitarla y no tenerla.