El día que tiré con el eMe(1)

Por Jotamario Arbeláez2
En el santoral del Nadaísmo3 se celebran en 2012 dos fechas cumbre: la llegada de Elmo Valencia, el Monje Loco, a sus plácidos 86 eneros la de Jaime Jaramillo Escobar, X-504, a sus apacibles 80 abriles. Otros miembros del grupo más inquietante que se diera en Colombia el oscuro siglo pasado, Gonzalo Arango, Amílcar Osorio y Darío Lemos pasaron directamente de este infierno terrestre al horno crematorio a la edad de 45. Elmo nació en Cali, Valle, vé, y Equis en Altamira, Antioquia pues hombre. Ambos hicieron parte del movimiento caleño que, a diferencia del antioqueño, practicó la carcajada en lugar del vómito. Yo mismo, que figuro entre los menores, voy por 71. Eduardito alcanzó los 68 y Pablus Gallinazo plantó en los 69. Nos celebramos mutuamente tomando yagé. Quién iba a pensar que integrantes de esta banda de anarquistas de biberón con ínfulas de genios poéticos, íbamos a alcanzar edades provectas, como si nada, pues cuando nos llaman a dictar conferencias, o a charlas o a recitales, nuestros públicos relajados nos aplauden como si fuéramos recreacionistas o masajistas. Porque la poesía nadaísta sigue siendo sinónimo de júbilo y refocilo.
Con Elmo, quien había sido jurado del Premio Casa de las América en 1965, al lado de los futuros premios nobel Camilo José Cela y Mario Vargas Llosa y el irreverente poeta beat expulsado a Praga Allen Ginsberg,  viajamos de Cali a Bogotá en Abril de 1970, por tierra (“Si flota Magdalena, flota el Nadaísmo”, anotamos), a tomarnos el coctel del poder con el general4, quien prometió sacando su espada (consta la foto en el libro) que no dejaría que le birlaran las elecciones. Escribimos y publicamos El libro rojo de Rojas5 con todos los pelos y señales del fraude. Pero como el general parece que se transó, “para evitar una masacre”, según versiones de su contador, abandonamos la reclamación popular –que dejamos en manos del M-196 recién desenfundado–, y nos trasladamos al hippismo7 de la calle 60, donde cambiamos el carnet de la Anapo8 por un pucho de mary-jane. 
       Lo que nos había gustado del M, del que llegó a decirse que era el brazo armado hasta los dientes del N –que creció mueco y con el labio partido–, era que a quienes iban reclutando no les daban cartilla marxista ni les inculcaban El Capital ni el Diario del Che en Bolivia sino que, como declaró Álvaro Fayad a una revista: “Los ponemos a leer Cien años de soledad”. Cuando la quiebra de las ideologías, los únicos movimientos que se salvaron fueron el N, que nunca tuvo la suya  –“los ideales son enfermedades de la idea”, habíamos diagnosticado–, y el M menos: “Los principios vamos a dejarlos para el final”, le declaró Jaime Bateman9 a otra revista. Así, a diferencia de la imagen decreciente de ‘Tirofijo’10, la del ‘Comandante Papito’, Carlos Pizarro11, se veía como la de un Jim Morrison12 redivivo. Los hippies –que como movimiento en reposo a la inversa del EPL13 o el ELN14 habrían podido denominarse el LSD (La Solución Definitiva) –  sí enfrentaron al Establecimiento cómo era, no con armas compradas o robadas al mismo Establecimiento, sino no comprándole nada –además con qué plata–, ni usando su jabón ni sus vitaminas, ni sus universidades ni sus bolsas de empleo, ni sus carnicerías ni sus peluqueros, y al solo grito florido de ¡no más guerra!, con la del Vietnam terminaron. Irrumpieron como una generación espontánea no para tomar el poder sino para abominarlo y probar que el poder guerrerista no resiste la resistencia pacífica, ni el comercio un paro de bolsillos cosidos. Con las hijas pequeñas del establecimiento burgués escapadas de casa y convertidas en niñas-flor, que como pétalos de rosa en platos de miel se comieron el cuento de la paz y el amor que viene repitiéndose desde los tiempos de Cristo, se instalaron en comunas canábicas que no desplazaron a nadie y se movilizaron de una a otra parte del país y del mundo y hasta del cielo sin cheques viajeros sino con el Ramayana y el Kamasutra empastados en  silocibina. La única guerra de la que querían oír era la que declaraba Eric Burdon15 y la policía les dio más garrote en la ciudad, a la entrada o salida de sus conciertos, que a los combatientes en la manigua. Nunca se desmovilizaron y sólo se fueron haciendo de lado cuando se les acabó la ropa y se les cayeron las mechas.
Mientras el M-19 maquinaba en el monte los nadaístas complotamos en el Anca 1916: “Conspiramos con mucho júbilo. Conspirando esperamos que nos jubilen”; mientras se robaban la espada de Bolívar bajo de dirección de Fayad y aplicando las teorías de Grotowsky y el acto pánico de Jodorowsky por el teatral Eddy Armando, quien murió el pasado 31 de diciembre como cualquier añoviejo, y la escondían bajo las camas de los poetas León de Greiff y Luis Vidales de donde fue a dar a Cuba, hasta el 31 de Enero del 91 cuando devolvieron el cacharrito a la Quinta de Bolívar, porque según Navarro “había que entregar todas las armas”, los nadaístas y los hippies abandonamos esa vaina de la sociedad consumista para ir a consumir hongos en el río La Miel, donde entendimos que el hombre podía ser más grande que sus reclamos si no reclamaba nada; mientras ellos se tomaban la embajada dominicana reteniendo como rehenes a 33 diplomáticos hasta que les fue concedido salvoconducto para viajar a la isla del caimán barbudo, de donde regresaron más educados, nosotros nos tomamos los principales periódicos del país donde continuamos impartiendo las consignas del acabose. Y estos diarios, desde hace más de 20 años no sólo nos publican con el más respetuoso despliegue sin censurarnos un pelo, sino que además nos consignan. En eso los nadaístas ganamos la guerra, por lo menos la nuestra. Pues para nosotros el poder consistía en joder, y en no dejarnos joder. Y nos convertimos en los nuevos mejores amigos de Cuba, no en espera de ningún post-boom, sino por ser colegas de Fidel, desechando haber sido nosotros comandantes nunca, sino porque ahora él también es columnista de prensa. 
En vísperas de la entrega de las armas a la Internacional Socialista y de acogerse al indulto, asistí a Santo Domingo, el territorio del sur del país donde operaba el monstruo de Tacueyó17 y estaban concentrados los M, con otros publicistas como el pintor Gastone Bettelli y el poeta Nélson Osorio. El inodoro del M consistía de media taza, pues se le había quebrado la parte del óvalo de porcelana que soportaba la nalga izquierda, lo cual no impedía las cagadas completas del movimiento y sus visitantes. Me declaré impedido para proponer una idea creativa sobre el futuro de un movimiento armado, dado que nunca había tenido entre mis brazos ni mucho menos disparado un arma de fuego. Pizarro encomendó a Navarro Wolf18 para que me enseñará –a la manera de Sun Tzu– los primeros pasos en el arte de la guerra. De madrugada nos internamos en el bosque en sendas cabalgaduras. Me iba contado a media lengua19 sobre las armas y los proyectiles reprobados en la convención de Ginebra. De la prohibición por ejemplo de las balas dum dum, o de proyectiles con muescas y las puntas cortadas, que horadaban hasta destrozar el cuerpo impactado. Descendimos de los caballos, puso en manos de este apóstol secreto del Galileo su fusil Galil –menos mal que no estaba en el frente Ricardo Franco, donde me hubieron considerado infiltrado y me habrían tostado– y me pidió que le apuntara al corazón a un corpulento samán para que no errara. Apunté, pero no me sentí capaz de impactar a un ser vivo, así fuera de palo, y mucho menos en sus predios y en estado de indefensión, de modo que en el colmo de la cobardía disparé al cielo mi primera y única bala perdida. Fue como una señal, porque en ese momento todos los guerrilleros dispararon al aire por última vez sus armas. Con ellas se haría una escultura metálica como Monumento a la Reconciliación; esa fue la idea.
       Así las cosas, lo reitero, fueron los hippies quienes hicieron la revolución, el M-19 hizo la paz, los nadaístas el amor. Pero ahora, tras el triunfo en las urnas, Petro20 duplica su hippismo anunciando que hará “la alcaldía del amor”.
Buen viento y buen amar, apreciado burgomaestre.     
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[1]. Movimiento 19 de Abril, M-19. Alternativa revolucionaria fundada en Colombia a raíz del fraude electoral de 1970. Acogidos a una amnistía en 1990, tras la dejación de armas, en 2011 uno de sus miembros más jóvenes y aguerridos es elegido alcalde popular de Bogotá.
2. Poeta nadaísta de Colombia, grupo de vanguardia gemelo en el tiempo de la revolución cubana. Ganador del Premio Chino Valera Mora de la Fundación Rómulo Gallegos. Jurado del Premio Casa de las Américas 2010.
3. Movimiento cultural colombiano fundado en 1958. Sus integrantes se declararon antisociales mientras llegaba el socialismo, y como éste no les llegó, continuaron practicando el budismo zen.
4. Gustavo Rojas Pinilla, quien había dado un golpe militar y a él se le dio un “golpe de opinión” que lo bajó del poder. Tras ser reivindicado por la Corte Suprema se lanzó de nuevo a la presidencia, la ganó y le hicieron el chocorazo, según contó en sus memorias el mismo ministro de gobierno de la época, el ‘Tigrillo’ Noriega.
5. Quisimos emular el éxito de El Libro rojo de Mao, pero el papel que escogió el editor no sirvió para armar baretos.
6. Movimiento subversivo muy diferente de los otros grupos marxistas ortodoxos. Practicante para la época de una especie de terrorismo patafísico.
7. Peace, brother. Con eso queda dicho todo.
8. Asamblea Nacional Popular, movimiento político convertido por el General en el tercer partido, del que salieron algunos dirigentes a fundar el M-19.
9. Hijo de Clementina Cayón, samario (Abril 23-39/Abril 28-83) legendario e ingenioso fundador del movimiento 19 de Abril, M-19, que comenzó anunciándose como un vermífugo: “¿Parásitos? ¿Gusanos?, ¿Falta de memoria? ¿Inactividad? Ya viene m-19”.
10. El guerrillero más antiguo del mundo, fundador de las FARC, quien murió en su cama, como los generales.
11. “El Comanche”. Asesinado en pleno vuelo por agentes secretos, luego de deponer las armas, cuando era candidato a la Presidencia.
12. Poeta rimbaudiano director del grupo The Doors (Las puertas de la percepción), líder de la juventud que exploraba los límites de la realidad. Encontrado muerto en su piscina, aún no se sabe si por suicidio, accidente o asesinato.
13. Ejército Popular de Liberación, comandado por el abatido comandante Pedro León Arboleda. Desmovilizado en 1991.
[1]4. Ejército de Liberación Nacional, de orientación marxista leninista, comandado en principio por Fabio Vásquez Castaño y en la actualidad por alias Gabino. En él entregó su vida el cura Camilo Torres.
[1]5. Líder del grupo de rock The Animals, autor de Eric Burdon declares war.
[1]6. Célebre bar-restaurante de intelectuales situado en la calle 19 de Bogotá.
[1]7. Alias Javier Delgado, líder del frente Ricardo Franco, disidente de las Farc, quien, en un patético ataque de paranoia revolucionaria, torturó, hizo confesar que eran infiltrados del ejército, el DAS y la CIA, y ejecutó con sevicia, aplicando la “Justicia del Monte”, a 144 de sus militantes, la mayoría campesinos analfabetas, por lo que fue expulsado de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. Capturado en 1995, se le encontró ahorcado en su celda, no sabiéndose aún si por mano propia o de las Farc.
[1]8. Quien en la vida pública ha sido representante a la Cámara, alcalde de Pasto y gobernador de Nariño. Y a  partir de este momento Secretario de Gobierno del actual alcalde de Bogotá.
[1]9. La otra media la perdió en un atentado, con una pierna.
20. Gustavo Petro, joven comandante del M-19, cobijado por la amnistía tras la dejación de las armas. Brillante y polémico senador de la República por varios años y, por elección popular, Alcalde de Bogotá para el período 2012-2015. Comienza su gestión prohibiendo el porte de armas y con una imagen favorables del 74% .