Poesía colombiana – Antología 1931 - 2011


El 9 de diciembre, en el marco del Viernes de Poesía de la Universidad Nacional, a las 6:30 en el Salón Oval del edificio de Posgrados, se presentará la Antología de Poesía Colombiana prologada y seleccionada por el profesor Fabio Jurado Valencia. El libro recoge 80 años de poesía, a partir de 1931 (cuando Aurelio Arturo publicó sus primeros textos).
Los 70 autores compilados en esta extensa obra editada por la colección Los Conjurados con el apoyo del Ministerio de Cultura y la Universidad Nacional de Colombia son los siguientes:
Aurelio Arturo, Matilde Espinosa de Pérez, Fernando Charry Lara, Héctor Rojas Herazo, Maruja Vieira, Álvaro Mutis, Jorge Gaitán Durán, Rogelio Echavarría, Eduardo Cote Lamus, Eduardo Gómez, Jaime Jaramillo Escobar, Mario Rivero, José Manuel Arango, Nicolás Suescún, Giovanni Quessep, Jotamario Arbeláez, Jaime García Maffla, Harold Alvarado Tenorio, María Mercedes Carranza, Raúl Gómez Jattín, H. Socarrás, Juan Manuel Roca, Darío Jaramillo Agudelo, Álvaro Rodríguez, Juan Gustavo Cobo, Luz Mary Giraldo, Antonio Correa, Renata Durán, Piedad Bonnett, Jorge Bustamante, Santiago Mutis, Fernando Rendón, Amparo Osorio, Guillermo Martínez González, Eduardo García Aguilar, Eugenia Sánchez Nieto, William Ospina, Hernando Guerra Tovar, Luis Eduardo Gutiérrez, Julián Malatesta, Felipe Agudelo, Gabriel Jaime Franco, Mery Yolanda Sánchez, Orietta Lozano, Carlos Fajardo Fajardo, Gustavo Adolfo Garcés, Fernando Linero, Tallulah Flores, Fernando Herrera, Alfonso Carvajal, Nicanor Vélez, Mauricio Contreras Hernández, Ana Milena Puerta, Rafael del Castillo, Jorge Cadavid, Ramón Cote Baraibar, Gonzalo Márquez Cristo, Enrique Rodríguez Pérez, Yirama Castaño, Jairo Alberto López, Esperanza Carvajal Gallego, Antonio Silvera, Fernando Denis, Juan Felipe Robledo, Esmir Garcés, Federico Díaz-Granados, Catalina González, Saúl Gómez, Juan Sebastián Gaviria, Andrea Cote.
Aquí, 5 de los poetas que hacen parte de la antología de reciente aparición, que será distribuida nacionalmente en los próximos días.

Gustavo Adolfo Garcés

HABITACIÓN
De no ser por el televisor
todo sería sigilo
y silencio

las imágenes del noticiero
se repiten en la jarra de agua


Fernando Rendón

CONVERGENCIA
Tirados como leños, la roja corteza arrugada, somos búfalos que se pudren derritiéndose sobre la pradera verde.

Pero también debido a un inexplicable acto de azar, tirados como setas en la hierba exploramos todos los milenios, huimos de bestias prehistóricas, peleamos todas las guerras, somos millones de seres estirándonos bajo el arco de la eternidad, mientras combaten dragón y anhelo en las nubes.

El sol nos llama y titubear es morir. Vuela, vuela bello cisne del deseo, todo se puede lograr.

Caminando sobre el blanco rocío, descálzate: la edad del hombre es la de su mirada sobre el bosque legendario.


William Ospina

EL OTRO RÍO
Tarde. Orillas del Loira. La profunda
llanura. Bosques secos. Barro y plata.
Junto al espejo un hilo de escarlata…
la tórtola callada y moribunda.

Tarde. Orillas del Loira. No era triste
la muerte chica junto al vasto río.
Tus manos suaves que quemaba el frío
hacia el temblor agónico extendiste.

“Lo traicionó la brisa”, el agua dijo.
Quisiste darle vida como a un hijo.
Murió en tu mano ese dolor pequeño.

El Loira lo llevó. Te vi abatida,
soñando junto a mí. Después, la vida,
se llevó el Loira, la llanura, el sueño.


Luis Eduardo Gutiérrez

En la posada de J. Babel (fragmento)
La viajera de la habitación que da al crepúsculo, no volverá a pedir vino para la cena a los conserjes de este hostal, ahora que lo ha escanciado y ha escuchado el aleteo de extrañas voces. No se sabe si a esa influencia se deba que ella descienda por los escalones de piedra de la hospedería y atienda el llamado del señor de los subterráneos a esa hora en que el horror y la belleza celebran sus esponsales. Que no sea ésta una vaga advertencia para lo que ha de venir. Ya son muchas las esclavas de una extraña voluntad que las obliga a vivir en la oscuridad de los subterráneos
y a seguir allí los caprichos
de un extraño Señor de las penumbras.


Tallulah Flores

WALT WHITMAN
Porque en algún momento mencionó las fronteras
sabiendo que no existían fronteras
y que nada era seguro, ni las cosas sencillas que no existen,
celebro a Whitman y en su voz me pierdo
porque conviene más saberlo cerca para poder abandonarlo
inventando otro diálogo de dejaciones que avancen,
o proximidades más propias para celebrar el tiempo.

Canto de sí mismo, yo me canto
y me apropio de mí, de los que vienen
porque así lo pediste y yo me creo
y creo en mi época de tristezas vanas y de muerte,
y en el futuro tan vano de tanta vida que no tendré.

No soy original, tú lo dijiste,
y no he de serlo porque no significa nada.
Porque hablamos del mar, y tocamos el mar,
y viajamos el mar,
porque todo es sequedad
y vemos lo que podemos ver del pasado y del presente.

Porque no conocimos el verdadero río
ni al verdadero hombre,                                           
y saltamos sobre el estiércol y construimos sobre él.
Porque arrojamos discursos sobre la tierra mojada
y sobre la tierra seca,
y nos hacemos preguntas para pensar el tiempo,
porque incomoda el tiempo.
Entonces, yo lo digo para que tú lo celebres.

¡Incorregible melodía! 
Tocas mi oído aunque no te pedí.
La sé desde siempre y no me hace feliz.
Tú te hiciste feliz invitando a tu alma a observar un tallo
de hierba del verano.
Nosotros observamos los tallos de la única estación
y somos con el misterio débiles.
No tenemos tu aplomo, Walt Whitman.
Te hemos ganado en muerte.