El poeta Gabriel Impaglione responde febrilmente al artículo “La resistencia poética” publicado en el No. 196 de Con-Fabulación, de la autoría del escritor colombiano Hernando Guerrra Tovar.
Leí con mucho interés tu artículo (que me enviaste hace varios días y publicamos en el blog de Isla Negra, como ya sabes) y ahora lo releo, también con interés fraternal, en nuestra querida Confabulación. Permíteme disentir con tu afirmacion “La poética y la política no confluyen en el interés que las anima.” Toda una definición, que más allá de una frase, expresa tu visión global de esta relación que, ahora-porque-ahora-más-que-nunca es necesario hacerlo, debemos todos debatir, romperle los prejuicios y limpiarla del aserrín que ha quedado sobre ellas del trabajo porfiado con que las elites han vaciado de contenido y universalidad semejante conjunción.
No acuerdo con aquello de (la política) “manipula las posibilidades del hombre en el arraigo, como medio meramente utilitarista, con precisos y mundanos objetivos”.
La poética y la política son territorios puros de pura humanidad. En ellas se expresa tanto la justicia como la verdad, la belleza y la memoria, la realidad en su más generosa expresión. Lo colectivo como Factor Humano más allá del individualismo y la codicia. Que la política haya sido escrita con mayor o menor fortuna poéticamente es una discusión, que por su subjetivismo, sea tal vez inútil.
Que la poética haya sido reflejada en la política, felizmente considero que hay muchos casos y que hoy (en el hoy-más-que-nunca- de nuestros pueblos) son los faros que nos ayudan a romper la dura noche de los imposibles.
La poesía de Neruda, Dalton, Vallejo, Obregón, Huasi, Romero, Tuñón, Heraud... (tantos nombres!) puso en el centro al Hombre, puso la dignidad y la libertad del hombre en el centro de todas las cosas, erigió banderas de belleza y futuro posible. Sin marginar el amor, esencia de todas las cosas.
La poética íntimamente ligada al canto de las luchas populares sí expresa, exalta, comparte lo inexorable de la humanidad. Hasta puede suceder que lo “panfletario” sintetize poéticamente los sueños del hombre con la oportuna brillantez que jamás alcanzaría ninguna producción establecida en su canon oficial.
Tal vez cuando dices “política” te refieres al salón veleidoso de la avidez ilimitada en el que se codean empleados y gerentes de la administración general, con que la casta todopoderosa trabaja sus empeños económico-financieros.
Eso, que es la política de la casta, no es la Política. Como también es oportuno decir que aquello que llaman democracia, no es Democracia. Y mucho menos, lo que la casta denonima república, nunca es República.
Creo que las revoluciones en nuestra PatriaGrande han dado y continúan dando no solo poesía, sino Humanidad a mano plena; muchos poetas nicaragüenses todavía pueden mirar de frente a sus vecinos y su poesía continúa acunando el sueño de justicia que el imperialismo se ha obstinado por “destino manifiesto” en destruir. Y aquellos poetas nicaragüenses que han olvidado a su pueblo, que hagan sus cuentas, disfruten de su dinero y sean felices.
Nuestros queridos poetas cubanos nos dicen, con Martí: Patria es Humanidad. Y sería largo enumerar los palpables ejemplos de esa Humanidad.
Los poetas cubanos que han olvidado a su pueblo, que cuenten su dinero y lo disfruten y sean felices. No creo en la poesía edulcorada que se aplaude en los salones, aquella que prescinde de lo “pedestre” porque está llamada a un “interés superior”. Esto es puro dogma del canon que va de máquina en máquina produciendo premios, medallas, monopolios editoriales, mercados, best sellers, odas a lo políticamente correcto, desmemorias.
Quien no vea en la piedra sino un pedazo grosero e inútil de planeta será llamado a los elegantes salones para distraer a las damas aburridas a la hora del té.
Quien no vea en los pájaros sino plumas, ganará un carnet para ingresar gratis a las reuniones de la sociedad Amigos de las jaulas.
Si no existiera la metáfora con la que un puñado de versos busca abrirle paso a la libertad, no existiría el festival de Poesía de Medellín, y tampoco encuentros, fraternidades trabajando por todo aquello de cada-hoy-más-que-nunca nuestro.
Hagamos poesía verdaderamente revolucionaria.
O hagamos como Octavio Paz, quien dijo que “la poética es revolucionaria por naturaleza”, aunque él mismo haya actuado de manera reaccionaria callando y apoyando un gobierno que produjo la masacre de Tlatelolco. Aquí un ejemplo de concreta poética-política contaminada hasta lo vergonzoso. La poética-política del silencio cómplice, la poética de la elevada “espiritualidad”.
Me quedo con Roque Dalton, querido Hernando, cuando dice: “Poesía perdóname por haberte ayudado a comprender que no estas hecha solo de palabras.” Te abraza tu amigo.