Por Eduardo Tovar Murcia*
Leídas las trece historias que componen el libro de Heider Rojas, Primeras tentaciones, no queda más que agradecer por la gran factura de sus cuentos.
Son trece ficciones que sumergen al lector en una escritura particular, en un universo literario bien definido por sus propias reglas, que exigen de quien entra en ellas su máxima atención y su agudeza más fina. Desde el primer cuento, “Llamen al Payaso”, hasta el último, “La Central de Voces”, se aprecia el rigor con que se narra.
Y eso se agradece porque en el actual panorama de la literatura colombiana, a pesar del leve repunte que se percibe en las publicaciones de cuentos, éstas no dejan de ser resultado de los concursos nacionales que publican, en ocasiones, editoriales como Alfaguara, Mondadori, entre otras. Buscando, desde luego, garantizar la venta del mayor número de ejemplares. Cosa que raras veces ocurre. Aún es muy poca la fe que se le tiene al género en nuestro país. No obstante, lo que se aprecia en dichas publicaciones es la apuesta inalterable por una línea narrativa caracterizada por la escritura neutral, una formulita estándar, como escrita sobre esténcil, que no demuestra ningún riesgo estético, ni en la forma ni en el contenido.
En este sentido, los cuentos de Heider Rojas están alejados de los de su generación, por la simple y llana convicción de no sucumbir ante las modas impuestas por las editoriales o decretadas por las tendencias literarias del momento. Cuentos como “Los Orejones” y “Las Delicias S.A”, por ejemplo, son fieles ejemplos de lo que se puede lograr por medio de la parodia como mecanismo narrativo, del cual se sirve para abordar, a través de alusiones irónicas, dos temas que, de por sí, han sido poco abordados en la literatura: Los orejones como raza (lo cual no deja de recordar las Historias de Cronopios y Famas de Cortázar) y las microempresas barriales con ínfulas de megaempresas.
Otra de las líneas que llama la atención en este libro es la que se acerca a la literatura negra. Cuentos como “El Suicida” y “Los Extorsionistas” son ejemplo de ello. Allí las historias se plantean de forma eficaz para que el lector discurra por senderos oscuros e intrigantes, que, a medida que transcurren las líneas ―como si fueran los planos de una película―, van iluminándose por medio de la información entregada en pequeñas dosis, muchas veces de un modo alegórico, para llevar siempre a finales atrayentes.
Quedaría mucho por decir sobre este interesante libro, por explorar muchas de las técnicas y líneas narrativas utilizadas por el autor, pero será mejor que el lector que entre a él encuentre por su propia cuenta las virtudes que sin lugar a dudas quedaron sin nombrar en esta breve reseña.
Por último se debe felicitar la hermosa edición de Común Presencia Editores, así como la inclusión de la obra pictórica de Darío Ortiz, lo cual realza más este bello libro de Heider Rojas que, junto a sus obras venideras, auguran desde ya buenas noticias para la narrativa colombiana.
*Eduardo Tovar Murcia. Neiva, 1982. Comunicador Social y Periodista de la Universidad Surcolombiana. Maestría en Literatura, Universidad de los Andes. Primer puesto en el Concurso de Cuento de la Universidad Surcolombiana 2007. Finalista en el II concurso internacional de Minicuento el Dinosaurio, Cuba, 2008. Curador en el Encuentro Departamental de la Cultura 2011.