3 poemas de Yuichi Mashimo


¡Cómo te distingo falso retoño
brotado de la corriente secreta
del río secundario
de un hermano solar tan parecido!

Otro río buscamos.
Líquida lengua, límpida longitud.
No esa curva debajo de la lámina
aderezada de matices y movimientos.

Me acompañas con tu desengaño.
Son tus frutos algunos aciertos
que parecen hasta sobrenaturales.

Otro sino buscamos,
para el que todos los minutos son maduros,
todos los destinos son nuevos.


UNA PRÓXIMA DESPEDIDA
Llegaremos siempre tarde. Como no sabemos cuánto hace falta para consumar la llegada, lo consultamos con usted, abusando de su tolerancia que no se muda. Lo escuchamos por su memoria que calando está en el tiempo ya sin sombra. ¿Recobraremos el sentido de nuestro recorrido en la amistad que nos brinda, fuente de un anhelo común, o en la luz nubosa de un mediodía apenas insinuado? ¿O hemos llegado demasiado temprano para descifrar la demora que se ha iniciado en nosotros cuando se dio una compañía verdadera que solo puede otorgarnos una pérdida verdadera? Si la vida fuese un viaje con destino anunciado, si las palabras no se retrasaran tanto en entregarnos su sentido, si su significado entrañara solo una extrañeza velada, compartir el periplo no sería más que una dicha cualquiera. ¿Sabremos un día por qué siempre nos marchamos mucho antes de que estemos preparados para nombrar el abandono que queda? ¿Quién dirá que la espera es un regalo para los elegidos por no sé qué azar o el mismo desamparo? El resto se deslíe irremediablemente en las historias ajenas. Celebremos la proximidad del que no se deja despedir antes de que madure la esperanza en lo que un sueño, casi cumplido, se va lentamente del sueño.


LA VOZ DE LA NOCHE
Solos, contamos con las palabras humanas para preguntarnos cuándo empezó esta noche en la que continuamos naciendo y nunca moriremos del todo. Los futuros sueños se han vuelto diurnos, devoradores omniscientes de todo fuego. Ah, cuando despertemos, ¿estos amaneceres ciegos se esclarecerán?
En vano nos desvela tu duración sinuosa. Madre cambiante del innumerable primer verbo, viuda serás de tu marido nonato. ¿No hay más remedio que imaginarte amante taciturna para nuestra fe abortada? Porque desde hace mucho ya no nos cobija tu sombra, ya no se alarga más tu destrozada hondura. Ya no caben más brechas en ti.
     Nuestro anhelo reducido por la proximidad del alba vuelve a ser expulsado de tu seno, sereno, indulgente, indiferente. Desamparados y desnudos no podemos dejar de sentirte adentro. Eres la última irrealidad que nos abandona mientras te palpamos con las entrañas quemadas por tu fulgurante ausencia.
     Madre, con tu lengua nocturna, escúchanos y di tu silencio a través de nuestra mudez. ¿Parirás, entonces, la realidad primera con que por fin nos abolimos?
    Vemos caer un pájaro, tatuado por nuestra mirada, mientras su alada sigue hacia otras alturas más hondas.
    No insistamos más en sondear el cuándo con estos ecos simulados. Nuestras preguntas siguen siendo ambiguas.
Que entre la equívoca negrura que emparenta con tu substancia sonora, emerja la hora, bilingüe.

Yuichi Mashimo. Nació en la ciudad de Takasaki, prefectura de Gumma en Japón. Magister en Literatura Latinoamericana de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogóta, Colombia. Es investigador de poesía hispanoamericana. Ha publicado ensayos en japonés sobre Neruda, Borges y Paz, entre otros, en los medios académicos de su país. Su primer poemario Casa Tiempo (2000) apareció en la colección Creación Literaria de la Universidad Javeriana con prólogo de Javier González Luna. En 2008 la Colección Los Conjurados publicó su libro Casa tiempo II, en Bogotá. Se dedica a la docencia en la Universidad de Komazawa, Tokio.