Cartas de los Lectores No. 177

CON-FABULACIÓN INFORMA: que en el artículo “Réplica a Chalarca” de Enrique Vélez Piedrahíta publicado la semana anterior, por un problema virtual no aparece la firma en una quinta parte de los envíos de nuestro periódico, por lo cual pedimos disculpas al autor y a los con-fabulados que advirtieron la carencia de autoría en ese texto polémico.
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DEL ARTE DE LA EDICIÓN. Señor director: ¿Por qué han escogido ustedes como caballito de batalla el odio y la repulsa contra la novela? Por lo menos eso trató de hacer el escritor y ahora famoso panfletista José Chalarca. ¿Es que está de moda en la actualidad –sobre todo entre poetas insulares y demagogos universitarios– despotricar contra el castillo resplandeciente que construyeron con sus plumas Sthendal y Flaubert, Balzac y Víctor Hugo, Proust y Céline, Malraux y Primo Levi? Lo que dice la novela, su territorio de indagaciones, ni remplaza ni mejora ni empobrece ni engrandece a los otros géneros como la poesía, el ensayo o la crónica. Sencillamente ocupa su casilla, su necesaria casilla… es decir, hace un trabajo y aporta lo suyo al gran edificio de la  imaginación. La novela es entonces el género que debe subirse al cuadrilátero en la gran pelea que se escenifica en el mundo práctico. Los otros géneros están en banca rota. Recomiendo a todos estos equívocos soñadores que quieren cuestionar ahora el arte de narrar y el arte de editar narraciones que lean los precisos y esclarecedores ensayos que al respecto ha escrito Alessandro Barricco, a la vez exquisito novelista y dueño de Adelphi, la más poderosa y elegante editorial de Italia. Julián de Campos, Madrid, España.
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EL SUPER SHOW DE LA INFAMIA. Confabuladores: Tal vez fue el gran Lipovetski, pensador travieso y de una agudeza sutil, quién habló hace unas décadas de la sociedad del espectáculo.  Definía y delataba en aquel discurso a la postmodernidad, tiempo devorado por la virtualidad, donde todos se arrodillan como vasallos mendicantes a la parte engañosa y superficial de los accidentes que escenifica el mundo. Todo, merced a esta operación, se convierte en farsa, melodrama, opereta… es como si un ácido disolvente y corrosivo se abatiera sobre las cosas, los seres y los hechos y los transmigrara en fantasmagorías coloridas. Puro espectáculo, teatro de guignol. Digo esto, observando el montaje casi farandulesco en que ha terminado la gran estafa de los hermanitos Nule, banda siniestra de bribones incapaces de sentir piedad o consideración por sus semejanzas y que dibuja perfectamente la mentalidad al uso de los aspirantes a capitalistas caníbales. Pues bien, su arribo a Colombia, supuestamente para restañar las monstruosidades cometidas, se volvió parte de la información del espectáculo y es transmitida, cual folletín, en capítulos diarios de curtido histrionismo. ¡Terminarán siendo parte del circo de las vanidades, comiendo y bebiendo felices en Andrés Carne de Res, haciendo nuevas pilatunas y gozando del caudal de sus billones después de haber lavado su nombre. ¡Qué carajo, lo importante es el show¡ Andrés Hidalgo, Manizales.
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LA LUCIDEZ DE SANDRA. Con-fabulados, mediante esta misiva quiero abrazar estrechamente a su gran colaboradora del número anterior Sandra Morales, quien mejor que cualquier periodista convencional nos transmitió con frescura, hondura y novedad, lo que está ocurriendo en la debilitada Japón. Y lo hizo sirviéndose de la obra del gran Kenzaburo Oé, uno de los narradores y artistas más sublimes de Oriente. Bien por Sandra. Sebastián Andrade, Bogotá