ADIÓS A MARIA...


Para todos los que tienen ahora más de cuarenta años, esta mujer simbolizó la rebelión del erotismo, la fascinante subversión del principio del placer sobre el de la realidad y eternizó su cuerpo de adolescente extraviada en las imágenes de El último tango en París de Bernardo Bertolucci, filmada a principios de los años setenta, y que levantara instantáneamente la ira, el escándalo y el anatema de los defensores de la realidad prosaica, al punto de que el realizador fuera encarcelado en dos ocasiones y se le persiguiera y estigmatizara con fiereza en los círculos más conservadores de Europa.
MarIa Schneider, quién murió de manera discreta la semana pasada, luego de un crepúsculo sin testigos ni cámaras, continuará teniendo para los fervorosos seguidores del memorable filme, los veinte años insolentes que exhibía y que, en la historia, fueron el puerto de salvación y , al mismo tiempo la condena, de Paul, el boxeador, exgerrillero, exmarido, exrebelde y ex trabajador que interpretara Marlon Brando. Un pérdida enorme para quienes todavía creen que en el abrazo erótico puede estar las señales de una evasiva y extraviada redención.