La banda musical colombiana ChocQuibTown acaba de ganar el Primer Grammy Latino en la modalidad de canción alternativa.
La canción, que es una mezcla de ritmos tradicionales del Pacífico colombiano con el rap de las calles de Nueva York, lleva en su melodía un aire que huele a selva, río y mar.
Entre el ritmo de aguabajo y el rap no existe, aparentemente, ningún parentesco musical, pero la música, que es la viajera de las artes, permite descubrir algunos “aires de familia”, que otros prefieren llamar fusiones musicales.
Los aguabajos, los arrullos y los alabaos son nuestros spirittuals negros que se cantan en la región del Pacífico en tiempos de navidad o cuando muere un ser humano. Es una música rica no sólo por sus melodías interpretadas en tonos menores sino también por su ritmo que nos remonta al corazón de África.
El rap, nacido en los suburbios marginales de Nueva York, es una retaíla monorrítmica y contagiosa, generalmente de denuncia y resistencia. El grupo ChocQuibTown ha sabido mezclar estas dos tendencias musicales, la ancestral y la moderna, para potenciar así una música rica que estaba en el olvido.
¿De dónde vengo yo? ¿Cuáles son nuestras raíces?
Estas son las preguntas que se hacen sus intérpretes Goyo, Slow y Tostao, que alimentándose de las corrientes musicales actuales como es el hip hop, el funk y el reggae, ponen en el centro de la mesa el currulao, que es el ritmo madre de la música del Pacífico.
El sonido moderno de ChocQuibTown no olvida sus raíces; por el contrario nos recuerda los arrullos entonados por las cantaoras de Timbiquí, evoca el sonido de la marimba de José Torres, aquel músico que en una ocasión le ganó una puesta al diablo en la ciudad de Guapi, y rescata el sonido de las chirimías y las bandas de chupacobres que han surgido a lo largo de las riberas del río Atrato.
Al escuchar los acordes electrónicos de ChocQuibTown, no deja de pasar por nuestra mente, una rica tradición musical que ha dado esta región olvidada por Dios y por el mundo, y que viene desde Enrique Urbano Tenorio con su orquesta Peregoyo y su combo Vacaná, Leonor González Mina, Petronio Álvarez, Aristarco Perea, Jairo Varela, Alexis Lozano, Octvio Panesso y Hugo Candelario, entre otros.
Si en los años cincuenta, la música del Caribe colombiano con el bullerengue, que es el ritmo madre de la cumbia, el porro y el patacoré, viajó por el mundo haciéndose famosa, en la segunda década de este siglo, será la música del Pacífico la que pondrá a bailar a la gente en un solo pie.
*Escritor y catedrático colombiano