Como uno de los grandes logros del Festival de Poesía de Bogotá, estará en nuestra ciudad el insigne poeta y narrador sudafricano Breyten Breytenbach, quien mereciera un profundo y elogioso ensayo del Premio Nobel de Literatura J.M. Coetzee
Escritor, pintor y activista, Breytenbach (Bonnievale, 1939), ampliamente reconocido como gran poeta de la lengua Afrikáner y opositor firme del apartheid —confrontación que lo llevaría a prisión durante 7 años—, deleitará al público colombiano con su presentación durante la clausura del Festival de Literatura de Bogotá, el sábado 27 de noviembre, a las 6 p.m. en la Biblioteca Virgilio Barco, donde los asistentes podrán adquirir una hermosa plaquette con varios de sus poemas traducidos al español.
TRÁNSITO
esta tierra es parda por victoria del invierno
la melancolía viene sobre ella con la caída de cada tarde
en que el cielo agrieta el huevo maduro de una paloma
y la sabana cincelada y plegada por sombras
manchada por enjambres de langostas
arde en surcos negros hacia la humedad o la hierba
y antes de esto fue oscurecida por caricias primitivas:
ésta es una tierra indiferente
el humo del invierno se plegó sobre la tierra
en el pardo crepúsculo los polluelos pían
o nacen en las cuerdas del teléfono
el césped avinagrado por el humo de invierno
es endulzado por el calor subterráneo
en un convoy viajábamos en dirección sur
nadie podía oír el traqueteo de nuestros ejes
los vehículos en la carretera, búhos de brillantes ojos
tragándose los trilladores dientes inferiores
de los viajeros
y sólo después electrizando el pelo y las uñas
¡somos indigeribles! ¡indivisibles! ¡libres!
ahora con la mirada fija en el panorámico
de la camioneta
veo la luna y las estrellas que se hinchan como lágrimas
afuera el barrido de la órbita del tiempo
esta tierra es todas las estaciones de la noche
ahora y después nos confundimos
a través de pueblos fantasmas
donde nadie podría oír la sincronización
de nuestros ejes por las calles vacías señalizadas
por líneas de vitrinas
con los maniquíes de la vidriera carnavaleando en el frío
luciendo los estilos más recientes
mientras delicadamente camina leve
un jinete negro intenso
encapuchado con un pasamontañas gris
y un gabán más gris
un fantasma perpetuo que ve todas las cosas venir e ir
en las breves horas de un alud de estrellas
quizás había chacales en las colinas
pero en el primer destello de la mañana
el mundo era demasiado frío para la ceiba
y cuando tuvimos que llenar el tanque
fue en una isla en un mar de visiones
del arbusto desnudo y de la tierra gris
de un mar desertor
hace un millón de años
trabajadores matinales
venían de ninguna parte a laborar
caminando penosamente tras sus pasos fríos
bajo la viva espuma de nubes
y no podían escuchar el traqueteo de nuestros ejes
más al sur las cadenas de montañas eran
heliógrafos reflejados que se enarbolan
sobre la emboscada y el dominio verde
de viñedos en las planicies
incisiones humildes de la investidura del lugareño
hendiduras vidriosas de venas de agua
que esperan la primavera
de nuevo la tarde vino dando tumbos
—sólo una fase más de la invención invernal—
cada viaje tiene su límite de tiempo e intención
tal como el verso en la línea
debe conocer su punto de retorno
y sobre la nueva prisión la nublada luna estaba ardiendo
una nave pálida intacta en congelada arena negra
y al oriente un palacio de hielo crujiente
dormía encallado
a través de las escotillas el olor dulcemente hinchado
de flores nocturnas
la magnolia y el mar mezclándose en placer
de contusión vespertina
las gargantas sonoras de los sapos croak croak
el golpeteo y el gorjeo inquisitivo del avefría
y con la luz creciente el comentario gris de la gaviota
sobre la firma en sfumato de este litoral
nieblas que se elevan contra la oscuridad sólida
de las montañas
como pensamientos de plata que las nubes esparcirán
¡cuán magnífica la tierra allí abajo!
Breyten Breytenbach abandonó su país natal en 1960, instalándose en París en 1962. Cuando volvió a su patria en visita clandestina en 1975, lo arrestaron, acusado de terrorismo y sedición, y fue encarcelado por siete años. De esta experiencia surgió su escrito Hospicio Semi-ficcional: Notas-espejo de una novela (1983) y Confesiones verdaderas de un terrorista albino (1985). Breytenbach volvió a París cuando recuperó su libertad en 1982. Ha escrito vívidas narraciones de tres de sus retornos a Suráfrica, Una estación en el Paraíso (1976), Retorno al paraíso (1993), y el Corazón de perro (1999), en la que hace un viaje al pasado en busca de su identidad mientras expresa su decepción amarga con Sudáfrica post-apartheid. Breytenbach también es conocido como pintor. Sus poemas escritos entre 1964 y 2006 se incluyen en Atrapavientos (2007).